Bordado de vainicas

Nombre de la persona que la atesora: 

Gabriela, 60 años.

Materiales:

Tela delgada de trama y urdimbre tupida. Hilos de bordado de colores en la misma gama que el tono de la tela, arena y rojo cobrizo.

¿Dónde está guardada?

En una caja de galletas danesas, colocada en el último estante de una biblioteca que está en un cuarto “de cosas especiales”. La caja está sobre otra caja y en el mismo estante hay un jarrón que era de la madre de Gabriela y abajo un árbol de la vida que le regalaron las hijas de su actual compañero.

¿Cuándo comenzó a hacerse y hace cuánto tiempo está sin hacerse?

Lo inicia en 1991, cuando aprendió a bordar de la mano de una revista italiana, pues quería hacer algo con sus manos para regalarle a su primer sobrino, por nacer, Claudi. El “sacado de hilos”, era para ella.

¿Qué persona evoca ese objeto inacabado?

A Gabriela directamente, estas exploraciones las hace para ella misma, para pasar tiempo de paz con ella.

¿Qué dice la pieza sobre el tiempo de su hechura?

Un tiempo que la transporta a lugares tranquilos, un tiempo meditativo propio.

«Es un bordado que a futuro tendría  que haberse convertido en un camino de mesa»